No sé cómo empezar esta nota, solo sé que debo hacerla porque así
funciona este blog: Veo algo que me inspira, me emociono, hablo de ello; lo
proceso, lo mastico, lo repito hasta la saciedad con mis allegados, los harto y
luego publico una nota aquí (cada 15 meses). Definitivamente sé que tengo un
problema con mi forma de procesar las cosas, pero ese no es el punto acá.
El punto acá es un grupo de muchachos (soné como abuelito) liderados por
un hombre, vestido de árbitro y con peluca... Sí, yo sé... no suena muy
atractivo puesto así... pero síganme la corriente.
Estos tratan de Improvisación. Pero no la que se da en las oficinas o en
sus tiempos de colegio cuando tenían 5 minutos para copiar la tarea que había
olvidado hacer el día anterior. Es más bien como lo que se ven en programas
como Whose Line is it anyway? o Improv-a-ganza. Todo esto bajo el timonel del
mencionado Mejikanos, que detrás del personajazo de Luvio Lombardi hace las delicias del público, al que le encanta odiar a este arbitro (no como
en la vida real).
El formato es simple: Los improvisadores se dividen en equipos y con las
propuestas del público y la guía de Selvyn establecen el tema y el formato a
utilizarse en el segmento. Luego de terminado, el mismo público decide (cual
Coliseo Romano pero menos sangriento) quien "vive" o quien
"muere".
La fórmula no se complica pero eso mismo la convierte en un espectaculo fresco y divertido, cumpliendo con el propósito
de hacer pasar un buen rato involucrando a su vez a la gente que llega a apoyar
a su equipo o simplemente a reír un rato. Pero... hay algo más... algo... que no sé muy bien describir...
Ves gozar a los equipos, con sus himnos y todo y gozas con ellos. Ves al
árbitro romper su personaje y eres cómplice de su risa. Disfrutas con las
ocurrencias de los diferentes jugadores y hasta llegas a tener favoritos (nunca
tengo suficiente de Xexa Torje y de Diego Cazali). Eliges bando y lo apoyas
hasta el final, ya sea porque te caen bien, porque te identificas con ellos o porque la pelirrojita se te hace
chula.. Ah perdón... ¿En que estaba?
Creo que lo importante a remarcar acá es la experiencia en sí. El acto
es divertidísimo, los miembros del elenco tienen una chispa e inventiva muy
grande ni que decir de Lombardi, que con un gesto o palabra saca las risas del
auditorio. Pero es más que eso... Es el ambiente... Es el sentir que hay cuando
se entra a una función (o partido) de Impronunciables. Es como estar con una
familia que no sabías que tenías pero que gozas teniéndola alrededor tuyo.
Es la magia del teatro supongo...
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